miércoles, 29 de agosto de 2012


FRAGMENTO DE LA METAMORFOSIS


"Con el fin de tener una voz lo más clara posible en las decisivas conversaciones que se avecinaban, tosió un poco esforzándose, sin embargo, por hacerlo con mucha moderación, porque posiblemente incluso ese ruido sonaba de una forma distinta a la voz humana, hecho que no confiaba poder distinguir él mismo.Mientras tanto en la habitación contigua reinaba el silencio.

Quizá los padres estaban sentados a la mesa con el apoderado y cuchicheaban, quizá todos estaban arrimados a la puerta y escuchaban.
Gregor se acercó lentamente hacia la puerta con la ayuda de la silla, allí la soltó, se arrojó contra la puerta, se mantuvo erguido sobre ella – las callosidades de sus patitas estaban provistas de una substancia pegajosa – y descansó allí, durante un momento, del esfuerzo realizado. A continuación comenzó a girar con la boca la llave, que estaba dentro de la cerradura.
Por desgracia, no parecía tener dientes propiamente dichos ¿con qué iba a agarrar la llave? –, pero, por el contrario, las mandíbulas eran, desde luego, muy poderosas, con su ayuda puso la llave, efectivamente, en movimiento, y no se daba cuenta de que, sin duda, se estaba causando algún daño, porque un líquido parduzco le salía de la boca, chorreaba por la llave y goteaba hasta el suelo.

– Escuchen ustedes – dijo el apoderado en la habitación contigua –, está dando la vuelta a la llave. Esto significó un gran estímulo para Gregor; pero todos de bían haberle animado, incluso el padre y la madre. «iVamos Gregor! – debían haber aclamado –. ¡Duro con ello, duro con la cerradura!» Y ante la idea de que todos seguían con expecta ción sus esfuerzos, se aferró ciegamente a la llave con todas las fuerzas que fue capaz de reunir. A medida que avanzaba el giro de la llave, Gregor se movía en torno a la cerradura, ya sólo se mantenía de pie con la boca, y, según era necesario, se colgaba de la llave o la apretaba de nuevo hacia dentro con todo el peso de su cuerpo. El sonido agudo de la cerradura, que se abrió por fin, despertó del todo a Gregor. Respirando profun damente dijo para sus adentros: «No he necesitado al cerrajero», y apoyó la cabeza sobre el picaporte para abrir la puerta del todo. Como tuvo que abrir la puerta de esta forma, ésta estaba ya bastante abierta y todavía no se le veía.

En primer lugar tenía que darse lentamente la vuelta sobre sí mismo, alrededor de la hoja de la puerta, y ello con mucho cuidado si no quería caer torpemente de espaldas justo ante el umbral de la habitación. Todavía estaba absorto en llevar a cabo aquel difícil movimiento y no tenía tiempo de prestar atención a otra cosa, cuando escuchó al apoderado lanzar en voz alta un «¡Oh!» que sonó como un silbido del viento, y en ese momento vio también cómo aquél, que era el más cercano a la puerta, se tapaba con la mano la boca abierta y retrocedía lentamente como si le empujase una fuerza invisible que actuaba regularmente.

La madre – a pesar de la presencia del apoderado, estaba allí con los cabellos desenredados y levantados hacia arriba de haber pasado la noche – miró en primer lugar al padre con las ma nos juntas, dio a continuación dos pasos hacia Gregor y, con el rostro completamente oculto en su pecho, cayó al suelo en me dio de sus faldas, que quedaron extendidas a su alrededor.El padre cerró el puño con expresión amenazadora, como si quisiera empujar de nuevo a Gregor a su habitación, miró inseguro a su alrededor por el cuarto de estar, después se tapó los ojos con las manos y lloró de tal forma que su robusto pecho se estremecía por el llanto."

AUTOR: F KAFKA

FIGURAS EN MI 
CORAZÓN
POEMA


Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas 
la mitad de la luna. 
Girante, errante noche, la cavadora de ojos. 
A ver cuántas estrellas trizadas en la charca. 

Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye. 
Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas, 
mi corazón da vueltas como un volante loco. 
Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos, 
a veces fulgurece su mirada debajo del cielo. 
Quejumbre, tempestad, remolino de furia, 
cruza encima de mi corazón, sin detenerte. 
Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta. 
Desarraiga los grandes árboles al otro lado de ella. 
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga. 
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas. 
Detrás de las montañas nocturnas, blanco lirio de incendio, 
ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas. 

Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos, 
es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría. 
Tempestad que enterró las campanas, turbio revuelo de tormentas 
para qué tocarla ahora, para qué entristecerla. 
Ay seguir el camino que se aleja de todo, 
donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno, 
con sus ojos abiertos entre el rocío.

AUTOR: Pablo Neruda



Ensayo sobre el libro “ensayo sobre la ceguera”.
libro recomendado


Un grupo de ciegos, se hace con el control de internado por la fuerza, reclamando de los demás internos, primero, sus pertenencias de valor, luego sus raciones de comida y, por último, la entrega de las mujeres, hasta que finalmente estalla la situación en toda su violencia.
De forma brusca, los afectados se vuelven ciegos. Sin que se sepa el mecanismo de transmisión, aquellas personas que tienen cierto contacto con los enfermos van siendo afectados por la misteriosa enfermedad. Las autoridades de la ciudad, deciden recluir a los pacientes en un edificio de las afueras habilitando para tal fin, bajo la estricta vigilancia del ejército que impone su aislamiento absoluto: se convierten así en “apestados”.
El miedo de los sanos a los enfermos, deja a estos abandonados a su propia suerte, por lo que deben organizarse para cubrir las necesidades básicas para su supervivencia.
En esta situación de reclusión forzada, sin noticias del mundo exterior, junto al desamparo y la angustia se pone de manifiesto lo mejor y lo peor de lo que cada ser humano lleve en su interior (la condición humana).
La salida al exterior de un grupo de ciegos y su vagabundeo errático por una ciudadd donde gobierna la anarquía, nos permite seguir reflexionando sobre esa otra realidad, posible, pero que parece tan lejana: la del desorden del mundo que conocemos, la ruptura de lo cotidiano, la irrupción de “los cuatro jinetes” (la peste, la guerra, el hambre y la muerte).
Los personajes principales de este libro son el oftalmólogo, ciego tras haber atendido a los primeros afectados, y su esposa quien decide acompañarlo en su reclusión, a pesar de continuar viendo. Ella se convierte en “los ojos” del centro de internamiento, y por extensión, en la figura que pretende servirnos de guía a los que tenemos la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron para que sepamos que la ceguera también es vivir en un mundo donde de ha acabado la esperanza.
En este mundo de ciegos ella es nuestra guía y por ella podemos ver toda la inmundicia humana, como decía ella, mejor sería no ver, estar ciega también porque ver esas cosas te hacen desear ser igual a los demás.
Cuando los ojos de la razón se vuelven para adentro, lo único que vemos es nuestra propia luz. Una luz pastosa que impide ver a la gente que nos rodea, las cosas que realmente necesitamos, el suelo donde pisamos.
Como consecuencia, somos capaces de pasar por encima de otras personas para conseguir nuestros objetivos (objetivos inútiles, propios de gente ciega de sí misma), de olvidar las cosas que son realmente importantes, y de comportarnos con absoluta crueldad con la gente que vive en nuestro mundo, que nos rodea en cualquier lugar.
Si tienes la suerte o la desgracia, aunque en el fondo muy en el fondo no deja de ser una bendición, de poder mirar hacia fuera y no sólo hacia ti mismo, y ver, más vale que no se lo digas a nadie. Algunos ven, pero no lo dicen. Si ves no tienes ningún tipo de excusa para atropellar a la humanidad con tu egoísmo, y te convertirás, lentamente en el esclavo de todos los ciegos.
La manera de narrar cada una de las paginas de esta magnifica historia es realmente magistral. Desde las primeras líneas quedas atrapado en un mundo que, por mucho que te haga sufrir con sus atrocidades, te mantiene sujeto hasta que el libro termina (termina el libro, empieza la reflexión. Espero que esta no termine nunca).
En todo momento se tiene la sensación de estar metido en ese mundo fétido y realmente cruel que se narra en el libro, y por más estúpido y masoquista que parezca, la lectura se vuelve en altamente adictiva.
Los personajes están vivos, cargados de sentimientos y de necesidades que los convierten en muy próximos al lector.
Lo que se nos esta contando, tras la historia de una ceguera colectiva, es algo (por desgracia) muy cercano a todos nosotros.
Saramago trata de mostrarnos en este libro la sociedad actual, todos estamos un poco ciegos y no vemos muchas cosas; pero su forma de presentarlo es realmente espectacular. Saramago pretende hacernos lanzar una mirada crítica hacia nuestra sociedad, que miremos un poco lo que somos y en lo que nos hemos convertido.
Es ciertamente despreciable cómo les trata el gobierno que es el que decide ponerles en cuarentena, que les acaba dejando casi sin comer y sin las atenciones mínimas porque no se da cuenta de que esas personas se acaban de quedar ciegas y no pueden valerse por sí mismas; pero al final todos acaban en la misma situación y no hay nadie distinto.
Queda claro que las estructuras gubernamentales e instituciones, no están preparados para actuar en momentos de total tragedia, debido a la falta de preocupación por los ciudadanos, pues solo se preocupan por satisfacer sus necesidades y no por premeditar acontecimientos caóticos.
Esto trata de mostrarnos, que ante una epidemis de estas características todos nos volveríamos iguales, buscaríamos lo mismo, satisfacción a nuestras necesidades primarias; los únicos distintos son los ciegos y la mujer que ve.
¿Hasta donde puede llegar el ser humano guiado por sus instintos más bajos? Me pareció muy impactante lo miserable que puede llegar a ser el ser “humano” cuando se despoja de las mínimas normas de convivencia pacífica. Solo espero que finalmente “todos” salgamos de esa ceguera que nos presenta José Saramago en forma de parábola y metáfora, y miremos por un futuro más prometedor donde rene la paz en este planeta llamado Tierra.
Un libro crudo, una historia escalofriante que me puso un nudo en la garganta. Saramago no nos hace plantearnos cosas, sino reconocerlas. Reconocer aspectos del ser humano que en la privilegiada sociedad en la que vivimos, no salen a la luz. Saramago no cae en el error del morbo o de la carnicería, pero es contundente y claro. También habla del amor, el amor a las personas, que necesitan los protagonistas para sobrevivir, de la manera más práctica, y de la más profunda también.
El libro esta relatado poniendo de manifiesto un continuo paralelismo entre la ceguera de los protagonistas y el mundo en que vivimos, pero no es difícil seguirlo, al contrario, nos va a recordar muchas situaciones y personas que conocemos de cerca (y tal vez a nosotros mismos) y parece como si el autor los conociera también, o más bien que ya son lo bastante habituales que te las puedes encontrar en cualquier sitio.
Además de los ciegos también es necesario destacar el papel de la única persona que ve. Si hubiera narrado solo las andanzas de los ciegos hubiera sido un buen libro, pero creo que el gran toque especial que tiene, ha sido dejar que una persona viera y que simbolizara la gente que todavía tiene escrúpulos, para poder jugar continuamente con la contraposición de ambas posturas y poder llevar al máximo grado las situaciones en las que se ven envueltos.
Algo que pude observar es que no hay nombres, so se da ni un solo nombre y resulta curioso lo fácil que se hace no perder el hilo de las identidades que se nos van presentando a lo largo de la historia con este método de “los sin nombre”. Y aquí Saramago da a notar su gran capacidad como escritor.
Otra curiosidad que nos ofrece la forma de escribir de Saramago es que no utiliza los guiones tan conocidos durante los diálogos; los diálogos son párrafos seguidos, cada personaje comienza a hablar en una mayúscula, de este modo, la lectura adquiere un dinamismo insospechado, provoca que leamos de forma mucho más verificable, como si fuese el libro el que nos estuviese leyendo a nosotros.
El mundo es un gran sistema en equilibrio, hasta que algo lo rompe, entonces el caos se apodera de todo y asistimos a la cruda realidad, la encarnizada lucha por la supervivencia.
En este relato, se nos muestra lo poco alejados que, en realidad, estamos de los más feroces animales carroñeros.
Sin embargo hay, durante todo el transcurso de la historia, una esperanza latiendo allá a lo lejos, un pequeño mundo futuro en el que las cosas se harán más llevaderas, o, simplemente, en el que nuestros corazones se hagan más maleables.
AUTOR: Jose Saramago